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lunes, 10 de diciembre de 2007

Lo mejor y lo peor de nosotros mismos

LO QUE HA SUCEDIDO en las últimas dos semanas con Toñín, el niño de Fabero que sufre un cáncer terminal y que ha movilizado a media provincia para conseguir el dinero con el que pagar su tratamiento en una clínica privada de Navarra, ha sido una demostración de que todavía es posible encontrar causas capaces de ponernos a todos de acuerdo. Dos semanas han bastado para que la familia de Toñín -amplificado por los medios de comunicación su llamamiento desesperado para conseguir el dinero para el tratamiento, después de que los médicos de la Seguridad Social desahuciaran al niño- reúna fondos necesarios con los que pagar la terapia, aunque la factura de la atención que está recibiendo el pequeño pueda engordar si en algún momento fuera necesario ingresarlo en la Unidad de Cuidados Intensivos.

Fabero se ha volcado con el niño de cuatro años, pero su salud también ha conmovido especialmente al mundo del deporte, y desde el Grupo Begar León y el Club de Baloncesto Ciudad de Ponferrada, a la Sociedad Deportiva Ponferradina, el atleta de ultrafondo Basurko o las chicas del Club de Baloncesto San José de León. Se han organizado rifas en supermercados, conciertos callejeros en Ponferrada, o en locales de Fabero, entidades financieras han aportado dinero a través del Ayuntamiento, y la propia institución municipal se ha involucrado para sacar adelante la colecta.

Todo este movimiento de solidaridad, que nos reconcilia con lo mejor de nosotros mismos, no deja muy bien, sin embargo, al sistema de la Seguridad Social, aunque haya quien opine que al decirlo, se está siendo injusto con los médicos del Hospital de La Paz, uno de los centros de referencia en la lucha contra el cáncer infantil, que han hecho todo lo que estaba en sus manos para frenar la enfermedad de Toñín. Nadie duda de su profesionalidad. Y viendo a Toñín, estoy seguro de que a todo el personal que le ha atendido en el último año y medio se le habrá removido las tripas y el corazón de impotencia, deseando hacer más por él.

En la clínica privada de Navarra les han dicho a la familia que ellos si pueden hacer algo más. Y es normal que la familia del pequeño no se resigne a ver morir al niño en casa y se agarre a un clavo ardiendo. Todo el apoyo y todo el cariño que está recibiendo, además, tiene que resultar reconfortante para salir adelante en unos momentos tan duros. Es una prueba de que lo mejor de la cultura minera, tan contestataria como solidaria, todavía permanece viva en lugares como Fabero, donde se sigue celebrando la fiesta de Santa Bárbara a pesar de que cada vez queden menos trabajadores del carbón.

Y si la solidaridad con Toñín nos muestra lo mejor que tenemos, la política, una vez más, nos ha enseñando esta semana lo peor. La moción de censura en el Ayuntamiento de Puente Domingo Flórez, y sin entrar en valoraciones políticas, ha sacado a relucir las divisiones y pequeñas miserias que pueden ensuciar la vida de una población, y donde los más descontentos no saben que denigrando al mensajero se están denigrando en realidad a ellos mismos. No merecen más líneas.
CARLOS FIDALGO. DIARIO DE LEÓN

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