Los pueblos del alfoz arañan población a León, Salamanca y Valladolid capital
La población extranjera ha salvado al padrón de Castilla y León de teñir sus cifras con los temidos números rojos. La sangría poblacional se ha evitado en el conjunto de la región gracias a la llegada de vecinos nacidos en otros países. Así, los 77.145 extranjeros que han fijado su residencia en la región desde el año 2002 y hasta el 2007 han sido suficiente no sólo para evitar el balance negativo, sino también para que el censo crezca el 1,9%, un ritmo que, aunque muy tímido comparado con otras comunidades autónomas, se traduce en 48.048 nuevos residentes.
Los datos, recogidos y analizados en el Anuario Económico de España que La Caixa acaba de hacer público, confirma que han sido la población foránea la encargada de sumar nuevos vecinos en los hogares de la comunidad. Más de la mitad de los grandes municipios de la región (aquellos cuyo padrón sobrepasa los cinco mil inscritos) han crecido durante los últimos cinco años gracias al empuje demográfico que aportan los inmigrantes. La llegada de residentes foráneos ha permitido que localidades como Burgos, Miranda de Ebro, Astorga o Béjar salven los trastos y mantengan población.
Si no fuera por los extranjeros, los registros de estos municipios habrían iniciado una peligrosa cuesta abajo que se haría, si cabe, más preocupante en una comunidad como Castilla y León, donde la sombra del envejecimiento y la despoblación amenaza a la vuelta de cada esquina y de cada indicador económico.
Frente a estos núcleos, hay otros cuyo crecimiento no depende de la llegada de población nacida fuera de España. Son, sobre todo, municipios del entorno de las grandes capitales, que han crecido durante los últimos años al amparo de la fiebre urbanística y de unos precios, en su día, inferiores a los que el mercado de la vivienda ofrecía en las ciudades. Así, localidades como San Andrés del Rabanero, Santa Marta de Torees, Villaquilambre o Arroyo de la Encomienda han visto cómo su población crecía con un porcentaje por encima del incremento registrado en el conjunto regional.
Sangría vallisoletana
Estos municipios jóvenes han engordado su padrón a costa de las capitales. León, Salamanca y Valladolid figuran en la lista de capitales de provincia que perdieron población entre el año 2002 y el 2007. Salamanca se ha dejado 85 vecinos en estos años, León ha perdido 735 y la sangría vallisoletana -la más importante de toda la comunidad- se salda con 2.012 residentes menos. Otras localidades como Bembibre, Villablino o Fabero sufren un fenómeno contrario al resto de la región, puesto que pierden población extranjera, debido sobre todo a un menor peso del sector minero.
EL NORTE DE CASTILLA
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